En muchos casos los pequeños son víctimas de acoso escolar por sus características físicas diferentes del resto. Pueden ser más altos, más bajos, más delgados o más gordos, rubios o pelirrojos, con frenos (brackets) o anteojos. Cualquier condición diferente del resto puede generar este acoso.
Y en otros casos, sin embargo, el acoso gira en torno a su personalidad. Pueden ser tímidos o demasiado extrovertidos, aunque por lo general los pequeños que más sufren esta conducta tienden a ser muy frágiles. El hostigador percibe que no puede defenderse de él y es por ello que abusa reiteradamente.
Los pequeños acosados suelen entonces distanciarse del resto del grupo y muestran dificultad para entablar vínculos y hacer amigos. Además, les resulta muy difícil integrarse y les cuesta pedir ayuda.
En otros espacios sociales esta conducta pasiva pueden transformarla en la actitud opuesta, molestando a otros niños todavía más frágiles que ellos.
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